El abuelo viajó por toda la argentina, construyó muchas casas, tuvo tres hijos, perdió un ojo, me dió la ciudadanía italiana, llegó de Italia a los 10 años, nació en un pueblo que se llama Rofrano (provincia de Nápoles), descubrió que su segundo nombre era Marcelo a los 60 y pico, era anarquista, su papá se suicidó, trabajo mucho mucho, perdió un hijo, tuvo 4 nietos, construyó la casa de mis papás, escuchaba música clásica en discos de vinilo, se dormía con la radio prendida, jugaba al chinchón con los amigos, usaba gorra, era un hombre de rasgos duros, de naríz aguileña; tenía 2 hermanos, no dejaba que los perros entren a la casa, cuando se enteró que su hijo había muerto manejó desde Salta hasta Buenos Aires sin decirle nada a mi abuela porque tenía la esperanza de que viviera, me enseñó a jugar a la ajedrez, me abrazaba cuando iba a visitarlo, no era muy cariñoso, no me compraba regalos, usaba un dedo de un guante de goma en la mano izquierda, tomaba mate dulce, adoraba a mi abuela.
Se enfermo.
La última vez que lo ví, me saludó de lejos, moviendo la mano y sonriendo como un nene, la enfermedad le había borrado todo, pero le había dejado la sonrisa.
Ay Cota, qué lindo lo que escribiste!
ResponderEliminar