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25.6.12

Exclusive




(for my daughter)

I lie on the beach, watching you
as you lie on the beach, memorizing you
against the time when you will not be with me:
your empurpled lips, swollen in the sun
and smooth as the inner lips of a shell;
your biscuit-gold skin, glazed and 
faintly pitted, like the surface of a biscuit; 
the serious knotted twine of your hair. 
I have loved you instead of anyone else, 
loved you as a way of loving no one else, 
every separate grain of your body 
building the god, as you were built within me, 
a sealed world. What if from your lips 
I had learned the love of other lips, 
from your starred, gummed lashes the love of 
other lashes, from your shut, quivering 
eyes the love of other eyes,
the love of other eyes,
from your body the bodies,
from your life the lives?
Today I see it is there to be learned from you:
to love what I do not own.




Olds, Sharon  Strike Sparks: Selected Poems, 1980-2002

9.2.12

Facebook ...

JS.
Hace una semana se nos fue Wisława, hoy se nos fue el Flaco. 
A los dos les dedico un fragmento de un poema, escrito por la primera:

"Hay algo aquí que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.
Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está."

Los quiero a los dos, y a todos los que nos inspiran, infinitamente, insistentemente.

18.8.11

Después de los 30

¡Y así es! Treinta años después (casi), la fachada luce con algunas cicatrices: rellenos de alquitrán. Son las arrugas, las apendicitis, los reumatismos de la casa.

 Una Pequeña Casa - Le Corbusier

2.6.11

Verde

Mujeres que invitan - hombres que arrugan.
Frase de Filisberto Hernández - Cuento El Comedor Oscuro

Yo bajé la cabeza y en seguida ella me preguntó:
- Y en qué quedamos? Venís a comer el lechón o no?
Yo empecé a improvisar disculpas torpes, una de las peores fue decirle que me podía caer del árbol; ella comprendió, arrugó la boca de un lado, se calzó y en el momento de irse me dijo:
- Andá, andá; a vos te arrancaron verde.

13.5.11

The ballad of the sad café

But it was not only the warmth, the decoration, and the brightness, that made the café what it was. There is a deeper reason why the café was so precious to this town. And this deeper reason has to do with certain pride that had not hitherto been known in these parts. To understand this new pride the cheapness of human life must be kept in mind. There were always plenty people clustered around a mill – but it was seldom that every family had enough meal, garments, and fat back to go the rounds. Life could become one long dim scramble just to get the things needed to keep alive. And the confusing point is this: All useful things have a price, and are bought only with money, as that is the way the world is run. You know without having to reason about it the price of a bale of cotton, or a quart of molasses. But no value has been put on human life; it is given to us free and taken without been paid for. What is it worth? If you look around, at times the value may seem to be little or nothing at all. Often after you have sweated and tried and things are not better for you, there comes the feeling deep down in the soul that you are not worth much.
But the new pride that the café brought to this town had an effect on almost everyone, even the children. For in order to come to the café you did not have to buy a dinner, or a portion of liquor. There were cold bottled drinks for a nickel. And if you could not even afford that, Miss Amelia had a drink called Cherry Juice which sold for a penny a glass, and was pink-colored and very sweet. Almos everyone, with the exception of Reverend T.M. Willin, came to the café at least once during the week. Children love to sleep in houses other than their own, and to eat at neighbor's table; on such occasions they behave themselves decently and are proud. The people in the town were likewise proud when sitting at the tables in the café. They washed before coming to Miss Amelia's, and scraped their feet very politely on the threshold as they entered the café. There, for a few hours at least, the deep bitter knowing that you are not worth much in this world could be laid low.

The ballad of the sad café
Carson McCullers

18.3.11

La mesa

El comedor estaba en un nivel mas bajo que la calle y a través de pequeñas ventanas enrejadas se veían los pies y las piernas de los que pasaban por la vereda. La luz, no bien salía de una pantalla verde, ya daba sobre un mantel blanco; y allí se habían reunido, como para una fiesta de recuerdos, los viejos objetos de la familia. Apenas nos sentamos, los tres nos quedamos callados un momento; entonces todas las cosas que había en la mesa parecían formas preciosas del silencio. Empezaron a entrar en el mantel nuestros pares de manos: ellas parecían habitantes naturales de la mesa. Yo no podía dejar de pensar en la vida de las manos. Cualquiera de ellas echaría los alimentos en las caras lisas y brillosas de los platos; obligarían a las jarras a llenar y a volcar sus caderas; y a los cubiertos, a hundirse en la carne, a deshacerla y a llevar los pedazos a la boca. Por último los seres de la vajilla eran bañados, secados y conducidos a sus pequeñas habitaciones. Algunos de estos seres podrían sobrevivir a muchas parejas de manos; algunas de ellas serían buenas con ellos, los amarían y los llenarían de recuerdos; pero ellos tendrían que seguir sirviendo en silencio.

El Balcon
Filisberto Hernández

20.2.11

Amistades peligrosas

Me pregunté por qué no fui nunca verdaderamente amigo de Victoria Ocampo. Mis padres la querían mucho y eso me predispuso en su favor. Admití, alguna vez, que Sur era importante y pude creer que el material de lectura tenía su parte en el agrado que me producían el papel muy blanco, la tipografía nítida y la elegante composición (estoy hablando, es claro, de los primeros números). Sé que Victoria era una buena persona, sin duda partidaria del bien... Decir que era mandona, ególatra, vanidosa nos es faltar a la verdad; pero sin duda uno sobrelleva a mucha gente así. ¿Entonces? Creo que hoy encontré la respuesta. Victoria ofrecía amistad y protección a cambio de acatamiento. Naturalmente no esclavizaba a nadie. En su casa, los amigos tenían toda la libertad de pupilos de los últimos años de un colegio. Porque esto era así, el grupo de Villa Victoria siempre me pareció un poco ridículo. La reina y sus acólitos o bufones.

Victoria. Imposible confundirla con Vidorria. Ofrecía su amistad contra nuestra libertad.



ADOLFO BIOY CASARES
DESCANSO DE CAMINANTES

21.1.11

A comeeeeerrrr


En el blog Con el tenedor en la mano nuestra amiga nos deja recetas muy  ricas y cuentos muy divertidos.
Lo recomiendo

RAROS EN UN TREN
Jöel López Astorquiza

En un viejo vagón de tren, una mujer busca un asiento libre. Encuentra uno al lado de un hombre inmerso en la lectura de un librito.
- ¿Está libre?
- Bueno, divorciado, pero sí, estoy libre.
- No digo usted, me refiero al asiento.
- ¿Eh?... ah!... supongo que sí. Perdone.
- No se preocupe. Gracias.
Después de un instante, él deja el librito.
- Le habré parecido un imbécil.
- ¿Por casarse?
- No, por confundirme.
- Bueno, por eso se divorció, ¿no?
- La verdad es que me dejó ella.
- Bueno, gracias a eso tenía el asiento libre.

19.1.11

Diccionario de frases y palabras

Del DESCANSO DE CAMINANTES  de A.B.Casares voy a curar unas idiomáticas.


Guindado. Suerte de confitería, cuyos clientes no bajan de sus automóviles, donde los atiende y sirve el personal. Como me dijo un taxista: "El guindado es el porche [sic] de la amueblada".

"No está para salir de cuerpo gentil". Sin sobretodo, probablemente.

Con tal de. Curiosa expresión. "Con tal de salir de su casa, inventaba las más inverosímiles compromisos". "Con tal de vestirse de fiesta". Cuando yo era chico había gente que decía "por tal" (en igual sentido que el anterior).

Aquí no pasó nada. Frase por la que se alienta a olvidar agravios, a personas que tuvieron un malentendido o una pelea y que se reconciliaron.

Cualquier cosa: cualquier cosa que se cruce, cualquier dificultad.
—¿Almorzamos el jueves?
—Bueno. Cualquier cosa, me llamás.


Zungado. Palabra del tiempo en que me vestían. Mi abuela decía: "Este chico está todo zungado" (¿o sungado?; por cierto, pronunciado a la argentina, sungado). Quería decir que las mangas de la camisa quedaron arrolladas hacia arriba, cuando me pusieron las del saco.

Es sí o sí. No hay alternativa. Frase argentina o por lo menos porteña, de comienzos del 79.

Coche por automóvil. Cuando yo era chico, "gente bien" no decía auto; decía automóvil o coche.

Hacer rancho aparte. En una reunión o una fiesta, aislarse con una o varias personas amigas. "No había casi gente conocida y abundaban los guarangos, así que yo hice rancho aparte con las de Larumbe".

O sea. Muletilla de aplicación imprecisa contemporánea de ¿viste?, muy difundida en Buenos Aires, alrededor de 1970. "Vi la cola del Fausto criollo. O sea, con la cola nomás no podés saber si una película es buena".

Frases. "Entonces agarré y me fui". El sentido de agarré, en esta frase, ha de ser tomé la decisión. "Entonces tomé la decisión de irme y me fui. Entonces tomé la decisión de esperar o de no aguantar más y me fui".


A la que te criaste. De cualquier manera, sin poner cuidado ni rigor.

Elemento. Concurrencia (o los alumnos o los profesores de un colegio; o los socios de un club; o los obreros de una fábrica, etcétera). "El elemento es muy malo", exclamó la señorita, frunciendo la boca.

Rondón, de. De repente, sin dar aviso.
Como una grieta en mi dicha
surgió la preocupación:
con tal que no se presente
el marido, de rondón.


Sobón. Dícese del portero de esta casa. Persona inclinada a la lentitud y al descanso. Aplícase a otras actividades

Padre. Aumentativo, ponderativo, para los mexicanos. Entre nosotros cumple esas funciones en la frase "de padre y señor nuestro" (mejor con mayúsculas, no sea que Se irrite), como en mi Diario del 31 de julio de 1982: "Estoy con un resfrío de padre y señor nuestro".

Para mal de mis pecados. ¿Cómo si dijera "para empeorar aún las cosas"? ¿O, simplemente, "para castigo de mis culpas"? Para mal de mis pecados, abro la puerta y me encuentro con el cobrador.

Cusí cusá. Dícese de algo que es mediocre, regular para abajo. "Esta pollera le salió cusí cusá", dice la señora a la modista.

Dolamas. Dolencias. Palabra de argentinos del siglo pasado. Mi abuela decía: "Aquí me tenés, llena de dolamas". También decía: "Estoy hecha doña Calores", cuando tenía calor. También: "Estuve con cuidado", por "estuve preocupada" (de que te pasara algo), ansiosa porque alguien tardaba.

Tun-tun. Al tuntún (quizá por onomatopeya, como los golpes exploratorios de un bastón de ciego): a ciegas, de cualquier modo, salga lo que Salgari.

Tole-tole. Desorden, zafarrancho, barullo, batifondo, gresca. "Se armó el tole-tole, o un tole-tole de la madona".

Muy cocorita dícese de personas altivas, impertinentes, furiosillas, como decía no sé quién. La forma española cócora ("persona molesta e impertinente por demás", según el Diccionario de de la Real Academia) se usa poco entre nosotros.

Non calentarum, por "no se sulfure", "no se preocupe", "no se haga mala sangre", dicen con solemnidad y latinidad pésima (quiero creer) algunos porteños.

Banda, Estar en. "Desde que el taxista la largó, nuestra amiga está en banda". Está sin compañero, sin amor. ¿Qué significa banda en esa expresión? ¿Margen? Consulto, seamos obvios, el Diccionario de la Academia, y encuentro en el artículo Banda, esta acepción marina: estar en banda, dícese de cualquier objeto que pende en el aire. Por ejemplo, una cuerda, una amarra para estar en banda.

Caray. Interjección que se usa eufemísticamente por carajo. "Caray, vas a llegar tarde". La forma qué caray es más anticuada aún. "Entre la rubia y la morena, qué caray, no sé por cuál decidirme…". Sinónimo: Caramba.

Dícese un té bebido, por "un té no acompañado de alimentos sólidos". "Tomé un té bebido".

Tener un buen lejos. Dícese de gente que es atractiva cuando se las ve de lejos. La expresión asombró y deleitó a mi amigo Quiveo.

Hay que hacer de tripas corazón. Frase no grata, pero expresiva. Me trae a la memoria una cuarteta, de ningún mérito:
Buenos Aires, la paloma;
Montevideo, el pichón;
¿cómo quieres que se junten
el cuajo con el riñón? 


"Qué va a trabajar, a casarse", etcétera: "No trabajará, no se casara...". También dícese "que va" sólo, sin otro verbo:
—¿Habla bien francés?
—Qué va. 


Es decir "qué va a hablar", "no habla".

Darle a uno la loca. Dícese para significar que cedió a los impulsos del momento, que hizo lo que tenía ganas, aunque no fuera lo más juicioso. "Me dio la loca y me vine en taxi". "Me dio la loca y me fui a Carhué".

Por ahí (léase por ay). A lo mejor, tal vez. "El hombre está de lo más satisfecho, y por ay revienta". "Siempre fue de Boca, y por ay cambió" (Reflexiones del porteño medio, II, 321). "Por ay cantaba Garay": dícese de una cosa que se vale con otra.

Morir. No contar el cuento; cantar para el carnero; cagar fuego; irse ("Se nos fue Don Benito"); estirar la pata; dejar de existir; espichar; entregar el rosquete; entregar, dar, el alma; dar el último suspiro; cerrar los ojos; pasarle algo a uno ("Por si le pasa algo, tomó la precaución de hacer testamento").

Buscar un pelo en la leche. Los españoles dicen (ver el Diccionario de la Academia) un pelo en el huevo.

Patitas pa' que te quiero. Correr o escaparse a toda velocidad, a todo lo que uno da (como también se dice). Francés: Prendre ses jambes à son cou.

Para su gobierno. Para que usted sepa y decida como corresponde:
Yo para su gobierno, a usted le aviso:
en esta fonda hoy todos comen guiso.

Ahí andamos. Plural por singular, plural no mayestaticus sino modesto, discreto. Pronúnciese ay andamos y se dice en respuesta a las preguntas "¿Qué tal?", "¿Cómo le va?", "Cómo anda?", "¿Cómo se encuentra?", y significa "más o menos", "no demasiado bien", "por ahí, por ahí" (pronunciar "por ay, por ay). Sinónimo: "Ahí (pron. ay) vamos".

Para largo. Llevará mucho tiempo. Autoridad:
Si el parto va para largo,
buen consuelo es un amargo. 


Dos patadas, En. Rápidamente. Autoridad:
Lo arreglo en dos patadas, dijo Kant:
donde se lee hormiga, escribir ant. 


Fenómeno. Muy bien. "¿Cómo está, señora?". "Fenómeno".

Terminar, por acabar, en cualquier sentido, incluso el de la alcoba, para gente de antes y para Borges, para mí también (si me descuido), es eufemismo exquisito.

Pucherear. Verbo que reingresó en el vocabulario. Ganar el sustento (y nada más).
PASAJERO: ¿Cómo va el trabajo?
TAXISTA: Puchereamos nomás.


Cómo hacemos. "¿Entonces cómo hacemos?" "Dormimos la siesta y después vamos al cine". Extraña expresión. ¿Será un galicismo que nos queda de otros tiempos de cuando Francia estaba más cerca de nosotros?

Hacer caso. 1. Obedecer. 2. Aceptar a quien la o lo requiere de amores. En algunos sectores de la población (por lo menos en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires) la expresión fue reemplazada por "dar bolilla".

La gran flauta (que hace frío, que la novia es fea, que el precio es alto). Expresión usada en mi juventud y que hoy casi no se oye.

En las primeras de cambio. En la primera oportunidad, en que alguien o algo se ponen a prueba. "Tiene muy buena ortografía y en las primeras de cambio arremete un acento a perro".

¡Guarda! Exclamación que se usaba en los años veinte; quizás antes. "¡Guarda!, que viene el tramba". Cuidado, ojo, que viene… Creo que es el imperativo del verbo italiano guardare, mirar.

Es un poco ida. Es un poco falta, un poco tarada. No es completa, como decía Oscar. Dícese de personas un poco raras, o lentas, como la que me visitó y callaba, o como la que se distrae y mira hacia abajo, entre la máquina de escribir y su propio cuerpo, como si se le hubiera caído algo.

Matasiete es un fanfarrón, pendenciero; mataburros, un diccionario; matasanos, un médico o curandero; matarratas, aguardiente fuerte y de mala calidad; mataperros, muchacho travieso; matasellos, el sello de correo que inutiliza las estampillas. Cuando yo era chico, se hablaba de matagatos, arma de fuego (¿o de aire comprimido?) de poca monta.

Se me pasó por me olvidé. A una española le oí: "Se me pasó el santo al cielo". La significación está en "se me pasó"; el santo al cielo es un adorno, una compadrada o, mejor dicho, rúbrica.

Bañadera. Tina para bañarse. Últimamente muchos se han enterado de que la forma correcta es bañera y así le dicen. Cuando aparecieron (por año 20 ¿o 30?) unos ómnibus descubiertos, los llamaron bañaderas. A nadie se le ocurrió llamarlos bañeras, ni siquiera a los españoles, que entonces eran tan numerosos en este país. Bañera y más frecuentemente bañero fueron los que ayudaban a los bañistas, en el mar o en las termas.
Estoy pensando que si el idioma fuera coherente, bañista sería el estudioso de baños y no el simple bañante.

Mala fariña. Expresión gallega, usada en Buenos Aires de mi niñez, y que expresa pesimismo sobre a sobre algo presente o futuro.

Quedarse corto. Expresión familiar que indica que una cantidad juzgada o calculada es inferior a la real.

Bocón. Lo que antes decíamos estómago resfriado. Algo se ganó con el cambio, pero no mucho.

Muy baqueteado. Con mucho uso, desvencijado. "Una mina muy baqueteada".

Larguero. Dícese de quien tiene tendencia a alargar sus explicaciones, sus conferencias, sus libros...

Hizo un buen casamiento. Se casó con alguien "bien forrado" pecuniariamente.

No tener problemas
. Oído: "Se lo pido a Juancho. No va a tener ningún problema" (Hará lo que le pidamos).

Espíritu de contradicción. "Es el espíritu de contradicción", decíase (en tiempos de mi niñez y de mi juventud) de personas muy discutidoras.

A la que te criaste. Hacer algo a la que te criaste: sin esmero. La frase deja ver en qué estima se tiene nuestra casa, nuestra familia, quizá nuestra educación

En la puta vida. Nunca. "Había un adivino indio, completamente ciego, al que le traían un caballo, lo palmeaba y decía su color". "Adivinaba siempre?" "En la puta vida".

Total. "Total, ¿a vos qué te importa?". "No me ofendí. Total, no soy pariente suyo".

En resumidas cuentas. "Todo lo que me dices me parece perfecto, pero en resumidas cuentas, ¿la mina te largó?". Borges preguntaba: "¿Cuáles son esas cuentas resumidas?".

De mala muerte. De poca monta. "Lucarini, un editor de mala muerte.

13.1.11

La comida

Resulta que doy mucha importancia a la comida. Solamente personas muy humildes, o francesas, le dan tanta importancia. Alguna vez oí a un peón de campo, don Juan P. Pees, que el patrón era esto o aquello, pero (y aquí se hacía un alto, para acordar el debido énfasis al reconocimiento) que no era mezquino con la comida del trabajador. Yo he oído con mucho asombro y diversión estas declaraciones que me parecieron marcar la extraordinaria humildad de quien las hacía. Pero ahora sé más al respecto. En Francia vivo feliz (entre otras razones) porque como bien. No se entienda que como sibaríticamente; no, aunque también coma así; lo que me alegra allá es la perfección con que satisfago el hambre; una sensación física que nos mueve a dar complacidas palmadas en la barriga. Otra prueba de la importancia que doy a la comida es mi enojo de anoche, con Silvina, porque me arregló con verduritas, ñoquis y jamón frío. 


DESCANSO DE CAMINANTES Diarios íntimos
Adolfo Bioy Casares