7.6.11

El arte de tejer

Tejer lo nuevo, destejer y arreglar el punto que se saltó. Entender el tejido.
Tres puntos que me enseño mi abuela.


Las arañas gigantes inauguran espacialmente las muestras de Louise Bourgeois: así como ahora en Buenos Aires y luego en San Pablo y en Río de Janeiro, también lo hicieron en Londres, en los Guggenheim de Nueva York y Bilbao, en Londres, en París, en Madrid, en Ottawa, en Tokio. Constituyen, sin duda, su pieza emblemática. Como toda su obra, despiertan la curiosidad del enigma y el impulso a descifrar lo críptico que, siempre, parece haber en ellas. Mucho se ha dicho: por su referencia a mitos y personajes –Medea, Minerva y Aracne, Penélope– ; objeto materno, objeto combinado, mujer fálica, su propio Yo. Louise las llamó simplemente Mamá.

Por referencia a la gran restauradora, a quien ella se pasó reparando. El quid está justamente allí, en su laboriosidad, en el tejido invisible que se hace, deshace y rehace. Empezar y volver a empezar. Es un método. Es enhebrar, zurcir, bordar. Restaurar lo antiguo para realzar la forma, el color, el movimiento. Es actualizar creando algo nuevo. Mamá es trabajo, es juego, es la tarea del artista que esculpe o enhebra letras y palabras. Y Mamá es también working through: es elaboración, trabajo de análisis y un paciente hilado de sueños, fantasías, recuerdos, palabras y vivencias. Además de sus obras plásticas, Louise Bourgois deja un legado invaluable para el psicoanálisis: su diario, el que escribió desde los once años, y los Escritos psicoanalíticos, que documentan un proceso que duró más de tre
inta.




Hilado de vida, arte y psicoanálisis revista  Ñ

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