Paraíso y alrededores
Por Rodrigo Fresán
Desde Nueva York
Vi pasar a Roth frente a la puerta de The Strand con paso lento pero firme y recordé –y transcribo ahora– lo que decía David Foster Wallace en 1996, Although of Course you end up Becoming Yourself, de David Lipsky, libro que comenté aquí mismo la semana pasada: “De seguir así las cosas, pronto casi nadie estará entrenado para leer del modo en que no-sotros leemos. Sólo podrán leer en pequeñas ráfagas. Y por un tiempo... ¿Fue Nietzsche o Heidegger quien dijo aquello de ‘Los viejos dioses se han marchado y los nuevos dioses no han llegado aún’? Serán tiempos difíciles... A medida que Internet vaya creciendo y, con ella, nuestra habilidad para estar conectados, llegará ese punto en el que nos veremos obligados a construir alguna forma de maquinaria dentro de nuestras tripas que nos ayude a lidiar con todo eso. Porque la tecnología será cada vez mejor y mejor y mejor. Y todo nos parecerá más y más y más fácil, y más cómodo, y más placentero. Y viviremos recibiendo imágenes a través de pantallas, enviadas por desconocidos que, en muchos casos, querrán nuestro dinero. Lo que no me parece mal en pequeñas dosis, ¿no? Pero si ése va a ser el principal alimento dentro de tu dieta vas a morirte. Vas a estar muerto para lo que verdaderamente importa”
Me hizo acordar a alguien que cada vez que le pregunto que le pareció una película me dice "le sobraron 15, 20, 30 minutos"
No hay comentarios:
Publicar un comentario