[...] Manhattan está habitada por unas gentes resignadas a verse diariamente traicionadas por sus propias esperanzas. De aquí procede su incomparable ingenio, su cinismo y lo que se ha dado en tomar como su realismo.
Y, sin embargo, el realismo no resulta confirmado por el lugar en sí mismo. La neutralidad u “objetividad” del entorno físico ha desaparecido. Se ha proyectado en él demasiado. Las esperanzas o la desilusión han creado prejuicios a favor o en contra de todas y cada una de las partes de la isla, por muy geométricas que sean, por muy gastadas que estén. Es como si la isla fuera un sueño o una pesadilla vista simultáneamente por cada uno de sus habitantes.”
Y, sin embargo, el realismo no resulta confirmado por el lugar en sí mismo. La neutralidad u “objetividad” del entorno físico ha desaparecido. Se ha proyectado en él demasiado. Las esperanzas o la desilusión han creado prejuicios a favor o en contra de todas y cada una de las partes de la isla, por muy geométricas que sean, por muy gastadas que estén. Es como si la isla fuera un sueño o una pesadilla vista simultáneamente por cada uno de sus habitantes.”
John Berger
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