Hace poco conté que en casa eramos tres si sumabamos al fantasma.
La casa es el cuarto integrante y se hace escuchar, nos habla por lo caños, a veces nos grita.
Tiene su propia temperatura, o nos ahoga con temperaturas infernales o se enfría por completo. La ducha, hace lo suyo y hay que tratarla con mucha suavidad para que encuentre una temperatura normal y a veces nunca la encuentra.
Las paredes nos escupen pintura, el techo del baño nos golpea la cabeza y nos tapa la bañadera, el piso de la cocina se nos pega en los pies hasta cubrirlos de pintura blanca.
Las ventanas no se quieren quedar abiertas y no dejan pasar al sol. El piso nos clava astillas y la piletita del baño hay que ir a buscarla a la cocina.
El aire acondicionado funciona perfecto pero no le gusta el horno eléctrico, así que hay que usarlos por separado sino nos dejan sin luz.
De a poquito la vamos convenciendo de que deje de hacer algunas cosas y le ponemos lindas cortinas, luces, una cortina en el baño que nos entretiene mostrandonos distintos paises del mundo, una colección de muñequitos de chocolatines jack, unas plantas que crecen felices y lámparas en las bombitas sueltas.
A veces la casa invita unos amigos que por suerte no elijen quedarse sino ya seríamos 5 y no se sí sería posible la convivencia.
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